Bienvenidos...Welcome...Bienvenue

Aquellas personas que todavía llevan un niño o niña en su interior y quieren recordar esos juegos que marcaron nuestra infancia en las calles del barrio, en el patio del colegio, en las amplias mangas de las fincas o en los corredores de las casas.

¡¡Juegos de hoy, mañana y siempre!!

jueves, 20 de agosto de 2009

Chucha....¡COGIDA!

¡¡Riiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnng!! Suena el timbre para el descanso o recreo, todas salen corriendo del salón, bajan las 30 escaleras que conducen al segundo piso- donde está el patio- se reúnen en un corrillo cerca de diez niñas a las que luego se van acercando más, y en cuestión de segundos se oye que alguien canta: “Salva tu mejor amiga, que no sea tu peor enemiga y que siempre esté contigo en la buenas y en las malas y te trate con ca-ri-ño”.

Resulta que “De tin marin, de do pin gué…” no era la única canción con la que definíamos quién contaba en escondidijo o a quién le tocaba coger cuando jugábamos Chucha, sí, Chucha ese juego en el que corrías y corrías para que la persona que estaba quedando no te cogiera, te gritara ¡COGIDA! y te tocara a ti salir a coger a las otras.

¿Chucha? Aún no entiendo por qué a ese juego lo pusieron así, hasta donde sé una chucha es un animal parecido a una rata pero más grande y más feo, incluso me sé un chiste donde hablan de una chucha (Qué había una familia tan pobre, tan pobre que no la visitaba el ratón Pérez sino la chucha Domínguez), pero eso no tiene nada que ver con un juego en el que corres por todos lados para que no te cojan. O, es posible que quien quedara era la chucha y si lo relacionamos con el animal pues uno no quiere que lo coja una chucha y menos si sabes que si te toca, la que queda de chucha eres tú.

No sé el por qué del nombre, sólo sé que cada descanso, cada salida por el barrio o la unidad o cada paseo en el que jugábamos Chucha, era lo más divertido que podíamos hacer.
Para todos los que la hemos jugado sabemos que sólo corres detrás de alguien para alcanzarlo y siempre es lo mismo, pero resulta que la imaginación a la edad en la que jugábamos siempre estaba al límite y de esa imaginación nacieron: chucha cogida y seguida, chucha puente, chucha televisor, chucha derretido o mantequilla, chucha congelado o paralizado; como mil chuchas que cada uno recuerda y de las que menciono sabe como eran.

De ese grupo de niñas que mencioné al principio, sé que no habían definido cual de todas las Chuchas jugar. Después de contar no se pudieron poner de acuerdo, así que…¡¡Riiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnggg!! Sonó el timbre para entrar del descanso o recreo, ahí si no subieron corriendo las 30 escalas que las conducía al salón y de ese corrillo de diez que se habían reunido para empezar a jugar no quedó ninguna, cada una cogió por su lado con cara de aburrición y sé, porque a mi también me pasó, que sólo esperan el próximo ¡riinngg! Para poder salir a hacer de chuchas. No, más bien a jugar Chucha.

Yo jugué Golosa…. y ¿vos?

Crecí convencida que la tablita de números del 1 al 10 que uno hacía en el piso con una tiza y que al final dibujaba una nubecita con la palabra CIELO, adentro de ella, se llamaba Golosa. Pero es que en ese tiempo yo creía que Colombia era el mundo entero, que todo el mundo hablaba mi mismo idioma y mi casa era mi país.

Unos años más tarde me di cuenta que: primero, el planeta se llamaba Tierra. Segundo, Colombia era sólo un pequeño país de 190 y algo que existen, que de esos 190 y algo países sólo algunos hablaban mi idioma; y que la tablita que dibujaba en el piso con los números del 1 al 10 y la nubecita al final también tenía otros nombres: Rayuela (México), Marelle o Palet (Francia) Avioncito (Venezuela), Hopscotch (Estados Unidos), Avión (Bolivia y Perú), Pon (Cuba) Cielo e Infierno (Himmel und Hölle- Alemania), Amarelinha (Portugal), entre otros.

Luego de darme cuenta de todo esto. Emmmm… lo confieso, creí que en aquellos lugares se jugaba diferente, es obvio, nombres diferentes, métodos diferentes. Pero no, alguien alguna vez me dijo que era lo mismo. ¿Por qué lo sabía?, no sé, pero tenía la razón.

Una tablita de 1 al 10 con la nubecita al final y en letras grandes con mayúscula sostenida la palabra CIELO, dentro de ésta. Tiras una piedrita directo a la casilla donde está el número 1. Primer intento, fallido. Segundo intento, tocó raya. Tercer intento, llegó al 2. Llega un tío al rescate, la tira por ti y a él si le queda en el 1 ¡es increíble!, te preguntas ¿cómo hace? Y… mejor empiezas a jugar, brincas al 2 en un pie, luego al 3, luego al 4 y 5 en los dos, pasas al 6 en un pie, luego 7 y 8, un brinco al 9 y uno más al CIELO. Te devuelves de la misma forma y al llegar al 2, con el pie izquierdo levantado y el derecho en el piso, te agachas para coger la piedrita y…. pisas raya. Un poco decepcionado te sales de la tablita, coges la piedrita y de nuevo empieza el reto, tratar de que ésta quede en el número 1 y avanzar en el juego de una buena vez.

¿LOBO ESTÁ?

Jugaremos en el bosque mientras el lobo esta… ¿lobo está?, cómo no recordar este juego en el que uno se creía caperucita de verdad, pero no a la caperucita que se la comieron por loba como dice en un blog de por acá, sino la buena y dulce niña que nos dieron a conocer los Hermanos Grimm.

Todo empieza cuando lo sacan a uno al patio del colegio, porque sí, a uno no lo llevan, sino que lo sacan del salón al patio a “tomar aire”. Entonces la profesora dice: “vamos a jugar El Lobo Está”, porque eso si, uno solo juega o jugó El Lobo Está, en el colegio y en primaria. Luego de pronunciadas estas seis “maravillosas” palabras en la vida de un niño o niña en mi caso, empieza un pequeño caos infantil en el que todas quieren ser el lobo (digo todas porque mi colegio era femenino), así que la profesora opta por escoger al azar y para tener contentas a las otras les dice: “en el próximo turno te toca a ti”, con una voz maternal que convence a cualquiera y más a una niña.

Hacemos una ronda y nos cogemos de la mano, al lado de uno están las mejores amigas y el resto por lo general se pelea por estar al lado de la profesora. La ronda da la primera vuelta en sentido de las manecillas del reloj, mientras todas cantamos: “Jugaremos en el bosque mientras el lobo está” y unánime gritamos ¿LOBO ESTÁAA? Y el “lobito” o la “lobita” contesta: “estoy durmiendo”, entonces volvemos a cantar: “Jugaremos en el bosque mientras el lobo está”… ¿LOBO ESTÁAA? Y ésta contesta: “me estoy levantando” y así sucesivamente entre vueltas y cantos y ¿LOBO ESTÁAA? Nos enteramos que el lobo se baña, se viste, se peina, desayuna, se lava los dientes, coge las llaves, abre la puerta y… después de este último ¿LOBO ESTÁAA? la lobita contesta: “YA SALIIIIIIIIIIII” y ahí también se genera el caos mas divertido de la historia porque solo se oyen gritos y se ven niñas corriendo por todos lados.
Sólo en ese momento nos damos cuentas que, ja, El Lobo sí está.

miércoles, 19 de agosto de 2009

...MIII Y POR BARRAAAAAAAAA!!!

"De tin marin, de do pin güe, cúcara mácara títere fue ese marrano cochino fue usted. Dígalo pronto, dígalo aquí, dígalo pronto que yo ya es- co- gí." Y claro ese "gí" queda justo en frente de tu amigo y solo faltaban ustedes dos para definir quien "quedaba" y así empezar a contar en el famoso Escondidijo.

Te acercas al muro para empezar a contar y oyes que te gritan "de cinco en cinco hasta cieeen" y dices "buenoooooo". Justo cuando pones tu brazo en el muro, apoyas tu frente, cierras los ojos y te dispones a contar, oyes otro grito que te dice: "pero no vaya a miraaaar". Con la frente apoyada en el brazo, con los ojos lo mas apretados posible para no "mirar" a donde se esconden tus amigos, respondes otro "buenooo", que choca con la pared y se devuelve a tu cara, un grito un poco ahogado porque tus amigos están en no sabes donde y solo tú te oíste.

Empiezas la clase de matemáticas mas intensa, porque es que estar jugando y tener que pensar en números es lo más antidivertido, pero no te importa "5, 10, 15, 20...cieeennn, salí, el que esté adelante, atrás, a los lados queda" lo gritas lo mas duro posible y sales a buscar.

Es de noche y la pupila se dilata al 110%, miras de reojo a todos lados, es increíble, en este momento el ojo es capaz de ver hasta lo que hay detrás. Los sentidos están en alerta, son capaces de captar hasta el movimiento de una hormiga y la adrenalina se encuentra al límite.

Te agachas y miras debajo de un carro. Pero no, no se ve movimiento alguno. Te asomas detrás de un muro, yyyyy... pasa tu mejor amigo corriendo a mil y dice: "1, 2, 3 por miiiiiii", piensas "ok, solo es el primero”. Cuando de repente ves a esa persona que por lo general nunca encuentran, sales corriendo al muro y gritas su nombre de tal forma que toda la cuadra lo escuche y claro, como sabe que le toca quedar, dice: "el último libera barraaaa" y uno dice: "noooo, que no se valga toda la barra porque sino nunca va a quedar nadie mas", pero que va, no te hacen caso y empiezan a llegar uno a uno tus amigos. A unos los liberas, otros se liberan y claro, sólo falta uno y ahí si empieza esa sensación de competencia que al principio no era tanta pero que después de ese "el ultimo libera barra" sentiste el impulso casi animal de encontrar y liberal al chistosito que decidiera decir "por mi, por barra". Pero no, tú eres más hábil que él y lo encuentras detrás de un árbol, él te ve, se miran casi fijamente y empiezan una contrarreloj de 100 metros planos y con uno que otro obstáculo.


Sólo los separan unos cuantos centímetros de distancia, tú corres más rápido, uno, dos, tres pasos, con un esfuerzo casi sobrehumano tocas el muro y con las pocas fuerzas que te quedan pero sacando todo el aire de tus pulmones gritas "POR......." ese amigo que si no lo liberas, te hace volver a quedar.