
Resulta que “De tin marin, de do pin gué…” no era la única canción con la que definíamos quién contaba en escondidijo o a quién le tocaba coger cuando jugábamos Chucha, sí, Chucha ese juego en el que corrías y corrías para que la persona que estaba quedando no te cogiera, te gritara ¡COGIDA! y te tocara a ti salir a coger a las otras.
¿Chucha? Aún no entiendo por qué a ese juego lo pusieron así, hasta donde sé una chucha es un animal parecido a una rata pero más grande y más feo, incluso me sé un chiste donde hablan de una chucha (Qué había una familia tan pobre, tan pobre

No sé el por qué del nombre, sólo sé que cada descanso, cada salida por el barrio o la unidad o cada paseo en el que jugábamos Chucha, era lo más divertido que podíamos hacer.
Para todos los que la hemos jugado sabemos que sólo corres detrás de alguien para alcanzarlo y siempre es lo mismo, pero resulta que la imaginación a la edad en la que jugábamos siempre estaba al límite y de esa imaginación nacieron: chucha cogida y seguida, chucha puente, chucha televisor, chucha derretido o mantequilla, chucha congelado o paralizado; como mil chuchas que cada uno recuerda y de las que menciono sabe como eran.
De ese grupo de niñas que mencioné al principio, sé que no habían definido cual de todas las Chuchas jugar. Después de contar no se pudieron poner de acuerdo, así que…¡¡Riiiiiiiiiiiiiiiiinnnnnnggg!! Sonó el timbre para entrar del descanso o recreo, ahí si no subieron corriendo las 30 escalas que las conducía al salón y de ese corrillo de diez que se habían reunido para empezar a jugar no quedó ninguna, cada una cogió por su lado con cara de aburrición y sé, porque a mi también me pasó, que sólo esperan el próximo ¡riinngg! Para poder salir a hacer de chuchas. No, más bien a jugar Chucha.